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Y es que las sombras esconden una sonrisa. La tenue pero presente representación de a lo que la noche nos induce. Pensamiento. Y es que los poemas a la luz de la luna son los que  más sentido tienen, los que se escriben en silencio. Algo bueno esconde la falta de palabra que nos inunda como si las estrellas que nos recorren por lo alto se bajasen para demostrarnos que las olas no solo son cuestión de arena y mar.

El silencio que rompe lo que no conocemos para darnos ese punto de vista que no encontramos por entre nuestro sentido, unidireccional y escaso. No recorre lo que de verdad importa, la totalidad o lo que algunos llaman verdad. A veces, callarse es tan productivo como el mejor discurso dado. Porque tener un sueño está bien pero compartirlo a veces depende de la situación.

Sin embargo, por entre las calles frías de Pamplona, hay algo que te dice que tan solo por ser hoy todo sonará con una música especial. Y yo, que estoy esperando en el banco de la desolación, de lo irreal solo puedo escuchar mientras me callo por no hablar, que cuesta y no me sirve. Sentir callando y soñar sin decir.